Por esta razón y mientras practicaba el surf en Australia, decidió entrar en contacto con Mariano Moreno, entonces director de la Escuela de Entrenadores de la Real Federación Española de Fútbol, y solicitarle información sobre la convocatoria de los citados cursos UEFA. Ahora, en las aulas y los campos de la Ciudad del Fútbol, el trabajo que había llevado a cabo con Ismael Fernández, Carlos García Cuervo, Ciriaco Cano, Radomir Antić (dos veces), Leo Beenhakker, Benito Floro, Jorge Valdano, Bobby Robson -con Jose Mourinho-, Louis van Gaal (dos veces), Llorenç Serra Ferrer, Carles Rexach y Frank Rijkaard cobraba un extraordinario valor. Algunos de ellos, como Juan Carlos Unzué, José Ramón Callén y Toñín Llorente, le acompañarían muy pronto en su retorno al fútbol. Finalmente, el equipo Aurun Store -nombre de una tienda de material deportivo con sede en Castelldefels, cuyo dueño es amigo personal del entrenador asturiano- lo formaron el propio Luis Enrique y Juan Carlos Unzué, cuyo amor por la bicicleta seguramente le viene dado por el hecho de que su hermano Eusebio, doce años mayor que él, chandal de futbol lleva toda la vida vinculado a este deporte. No podía andar. Luis Enrique no estaba en mejores condiciones. Es decir que fichaban a Luis Enrique para que el Celta jugara al ataque, para que fuera un equipo competitivo y para que pudiera nutrirse de jugadores formados en la cantera.
Aquel fútbol basado en la consistencia defensiva y en el contraataque que había aprendido de Ismael; los movimientos ofensivos, con diagonales y desmarques en profundidad, que le enseñaron García Cuervo y Ciriaco; la importancia de una buena colocación sobre el terreno de juego que Antić le machacó a base de fotografías; el fútbol de ataque, con amplitud y con profundidad, que trabajaba Beenhakker; los conceptos del fútbol moderno -incluido el aprovechamiento de los saques de banda- que recibió de Floro; la poesía del estilo que le inculcó Valdano; la aplicación de distintas velocidades a las fases del juego que le mostraron Robson y Mourinho; la obsesión por las transiciones que Van Gaal demostraba en todos los entrenamientos; la sencillez con la que Rexach interpretaba las ventajas e inconvenientes del sistema o las enseñanzas de Rijkaard sobre la presión eran muchas de las cosas que ya tenía aprendidas e interiorizadas. A título de ejemplo, el tercer y último nivel, el que da acceso al fútbol profesional, constaba de más de mil horas de clase y un mínimo de 183 días de prácticas con contrato federativo de primer entrenador. Luis Enrique necesitó trece horas y los últimos en cruzar la meta lo hicieron en treinta horas.
Un tiempo después, mientras Luis Enrique se encontraba en Estados Unidos, el director de la Escuela de Entrenadores le llamó por teléfono para comunicarle que iba a convocarse la segunda promoción de los cursos UEFA. Estos cursos mantenían una equivalencia absoluta con los tres niveles federativos existentes. Hasta poco antes de su retirada como jugador en activo, era necesario afrontar los cursos de instructor de juveniles, entrenador territorial y entrenador nacional, a razón de uno por año y con cargas lectivas y prácticas, todas ellas presenciales, que requerían de una dedicación muy grande. El Fútbol Club Barcelona se había puesto en contacto con él para que se convirtiera en el entrenador del filial. Entre carrera y carrera, entre reto y reto, Luis Enrique había tenido tiempo para su familia y también para sacarse el título de entrenador nacional de fútbol. Han desaparecido las dudas que provocaban los desajustes iniciales y ya todos están convencidos de que el camino marcado por Luis Enrique es el correcto. Y aunque el problema fiscal que acababa de estallarle en las narices no tenía nada que ver con el Barcelona ni con su presidente, esperaba que el club se hubiera puesto a su disposición por si necesitaba asesoría o apoyo legal.
Aunque no era una norma fija, la tendencia natural era sentarse junto a compañeros con los que había mantenido una relación más estrecha. Recibió el premio Nobel de Literatura en 1982. Está considerado como el máximo exponente del realismo mágico, género literario al que corresponde Cien años de soledad, su novela más reconocida. Esa promoción fue tan numerosa como especial. Por ese entonces habían finalizado los primeros y todavía no estaba prevista la convocatoria de la segunda promoción. Alberto Moreno, Miguel Ángel Nadal, Javier Olaizola, Pepe Serer, Luis Miguel Ramis, Julio Salinas, Miquel Soler, Juan Vizcaíno, Manuel Zúñiga y una mujer, Arantxa del Puerto. Al fondo de la sala no estaban Elena, su mujer, ni estaban Pacho, Sira y Xana, sus tres hijos. Haber empatado como visitante y haberlo hecho con tres goles era desde luego una ventaja. Parecían cuesta arriba. Pero aun andando, no podían resistírsele a un tipo hecho de semejante pasta. Solo un tipo con tanto carácter, pasión, ilusión, capacidad de trabajo y sacrificio, disciplina y autodisciplina podía alcanzar todos esos objetivos en sus cuatro años de desconexión. Los jugadores sabían que esa retirada era definitiva y la llegada de Gerardo Martino -un tipo con muy buen carácter y una bondad infinita- no sirvió para aliviar los males de nadie en un vestuario que tardó muy poco tiempo en darse cuenta de que los métodos de trabajo del argentino y de sus ayudantes desprendían olor a naftalina.
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