Pero no faltó la dosis de veteranía, esta vez representada por Armando, el nigeriano Elvis y Jonathan Soriano, que la temporada anterior habían jugado en el Cartagena, el Ceuta y el Espanyol. Llegaron al vestuario del Barcelona Atlètic jugadores como Martín Montoya, Marc Bartra, Marc Muniesa, Sergi Roberto, Oriol Romeu, Jonathan Dos Santos, Ilie Sánchez, Víctor Vázquez y Jaume Sobregrau. Y alguno, como Thiago y como el israelí Gai Assulin, empezaban la temporada con solo 17 años. Además, alguno de los futbolistas de mayor talento del filial, como Thiago Alcántara, Jeffren Suárez o Xavi Torres, estaban ya en el punto de mira de Guardiola, que durante la temporada los reclamó para entrenarse y estrenarse con las grandes estrellas del club. Se limitó a comentar que estaba «encantado de estar en Vigo», que estaba convencido de que el Celta era «un buen sitio» para él, que quería «un equipo que ataque lo mejor posible y un equipo que defienda lo mejor posible», que «en el fútbol, los romanticismos se quedan a un lado cuando los resultados no llegan», que jugarían «los que se lo merezcan» y, en un guiño a la afición, que estaba «completamente seguro» de que apoyaría al equipo como lo había hecho hasta el último partido de la temporada que acababa de terminar.
Como buen profesional que era, respetaba mucho a los jugadores. La gent blaugrana pedía una revolución, pedía un proyecto nuevo y pedía que una mayoría de los jugadores que tanto le habían dado al club fueran apartados del futuro que se abriría tan pronto como acabase el Mundial. Pero el club había cambiado de presi- dente y de directiva en las elecciones que se celebraron el 13 de junio. Un mal resultado o una crítica no pueden apartarte jamás del camino, salvo que, con independencia absoluta de los resultados, seas tu mismo quien llegue a la conclusión de que debes cambiar algunas pequeñas cosas sobre la marcha para mejorar un poco más la idea a partir de la que empezaste a trabajar. Es menos solidario que el marcaje combinado -dos o tres en zona y el resto al hombre-, pero los jugadores se sentían muy cómodos formando una línea de cuatro sobre el borde del área pequeña, con dos compañeros por delante y otro un poco más adelantado, formando una pirámide. Respondía al perfil de guardameta moderno, seguro bajo palos, bueno por alto, rápido en las salidas, con un buen uno contra uno y con un juego de pies -con los dos- que se prestaba a discusión.
El balón y los conceptos del juego estaban presentes en todos los ejercicios. Además puedes comprar muchos otros productos que no encontrarás en ningún otro sitio, como por ejemplo souvenirs especiales de regalo, accesorios de moda y brandeados con la imagen oficial del club para que los luzcas por doquier. Por esta razón, el entrenador decidió quedarse con algún futbolista que parecía haber finalizado su recorrido en el club e incorporó a otros, como Longás, Xavi Torres, Goran Maric o Nolito, para darle al equipo la consistencia que necesitaba para hacer frente a sus rivales. El Barcelona Atlètic finalizó los 38 partidos de la liga regular en segunda posición, con 76 puntos, dos menos que el Sant Andreu. Entre los fichajes, se contaron los jóvenes Iván Benítez y Edu Oriol, procedentes de la UD Las Palmas y del Sant Andreu. «Durante las primeras semanas hicimos un trabajo muy duro de fuerza-resistencia y a partir de ahí planificamos los entrenamientos por microciclos de una semana, pero no de un modo rígido. «Era muy exigente, pero no era duro. Ese era el caso de Masip, Oier, Miño, Botía y Fontás. En 1959, fue traspasado a Chacarita Juniors donde logró salir campeón de la Primera División B -Segunda División del fútbol en aquel entonces- de ese año.
Desde la primera sesión de entrenamiento hubo cosas de carácter general que les quedaron muy claras a todos los juga- dores. En definitiva, se trata de que los jugadores hagan el mismo tipo de esfuerzos y reproduzcan las mismas situaciones que se encontrarán en los partidos. Si el mediocentro se situaba entre los dos centrales para dar salida al balón, chandal tottenham 2022 la distancia con respecto a los interiores se ampliaba y costaba más hacer el fútbol de pases cortos que debía proporcionarles el control de los partidos y darles continuidad en el juego. Se habían formado en el club y esa circunstancia iba a facilitar su rápida adaptación, tanto al sistema y sus variantes como al ritmo de los entrenamientos y de los partidos. Esas decisiones -como la de utilizar con bastante frecuencia el sistema de juego 1-4-4-2 para reforzar el centro del campo, aunque fuera a costa de perder amplitud en el frente de ataque- permitieron al equipo alcanzar sin apuros el objetivo de conservar la categoría. Pep Guardiola había ascendido al Barcelona Atlètic a Segunda B, una categoría muy competitiva y en la que una gran mayoría de los equipos cuenta con unas dosis altísimas de experiencia.
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