La decisión de Núñez de poner fin a veintidós años al frente del club, la identificación de Van Gaal con su presidente y la idea, que le seducía, de dirigir a la selección holandesa acabaron con tres años de trabajo brillante, que había tenido su principal dificultad en el fuerte carácter del técnico, que nunca rehuyó el enfrentamiento público con algunos jugadores y que jamás quiso aceptar que sus disputas con los medios de comunicación solo podían acarrearle problemas. El que fuere vicepresidente deportivo con Núñez fue víctima de su propia megalomanía. De haber sido por ellos, el técnico tal vez no hubiera llegado a sentarse en el banquillo con ocasión de la tercera jornada, en la que el Barça visitaba El Molinón. Tenía serias dudas de que un técnico cuya única experiencia en los banquillos se reducía a un año en Tercera División, por mucho que esa temporada hubiera acabado con el ascenso del Barcelona B, pudiera asumir la responsabilidad de conducir un transatlántico. Sobre la técnica de los centrocampistas recaía toda la responsabilidad de la creación y los delanteros recuperaban los conceptos de la amplitud y la profundidad.
Ahora esa responsabilidad iba a recaer en los defensas centrales, dos jugadores que iban a complementarse en virtud de sus características individuales. Pero Pep iba a continuar un año más y Lucho ni siquiera pensó en la posibilidad de que Guardiola se marchara. Pep Guardiola se había marcado objetivos importantes. Txiki Begiristain pro-puso que el nuevo entrenador fuera Pep Guardiola y que el nuevo equipo girase en torno a la figura de Lionel Messi. Con Frank Rijkaard en el banquillo, Txiki Begiristain en la dirección deportiva y Ronaldinho en el campo, el Barcelona empezó una reconstrucción imprescindible para regresar a la senda del triunfo. La que le venía dada por su carácter, la adquirida durante sus años como jugador de fútbol y la obtenida como consecuencia de su tremenda pasión por la práctica de deportes de una extraordinaria exigencia física y mental. Eso genera que el nivel de exigencia sea mayor. La pelota salía en corto desde el portero hacia los centrales, que eran los encargados de protagonizar la fase de inicio del juego. Desde un punto de vista estrictamente futbolístico, Guardiola abandonó la idea de que fuesen los laterales los que dieran salida al balón en la fase de inicio.
Y cuando se vio contra las cuerdas, sin otra salida que hacer frente a una moción de censura, corrió a contratar al entonces exseleccionador de Holanda, de quien dos años antes había dicho: «Lo primero que pienso hacer cuando sea presidente es echar a Van Gaal». Las dudas llovían por todas partes. Además, esos sesenta partidos, salpicados por la convocatoria de un número elevadísimo de futbolistas para jugar con sus equipos nacionales -plantillas como las del Fútbol Club Barcelona o el Real Madrid se quedan con doce, quince o dieciocho futbolistas menos durante las fechas que marca el calendario internacional-, se juegan en condiciones de campo y otras circunstancias -lesiones, sanciones, frío, lluvia- que pueden influir en el desarrollo de los partidos más de lo que pueda parecer. «Somos un club que quiere crecer y ser importante desde la base del esfuerzo y un club que no puede tirar de la chequera», enfatizó Mourinho. Con solo 18 años y siendo jugador de categoría territorial, Robert Moreno (Barcelona, 1977) decidió que quería ser entrenador y se matriculó para realizar el curso de primer nivel en la Federación Catalana de Fútbol. Son equipos que juegan con muchísima intensidad, equipos que trabajan muy bien el robo de balón tras la pérdida, equipos que quieren la pelota para ser protagonistas…
Trabajaba como los que más, se sacrificaba como po- cos, obedecía las indicaciones de sus entrenadores a la primera, mostraba un extraordinario espíritu ganador y era solidario hasta en las duchas. Abandonar el pequeño campo de entrenamiento de la Masia, llevarse el equipo a una Ciutat Esportiva que estaba en obras, implantar la cultura del esfuerzo, incrementar el control sobre los futbolistas y cerrar literalmente las puertas del vestuario y demás dependencias que utilizaban técnicos, auxiliares y jugadores, fue todo uno. Obviamente, no es lo mismo prepararse para hacer frente a una maratón o a la Quebrantahuesos, por duras que sean, que compaginar tres especialidades deportivas distintas en una sola prueba. Aquella prueba formaba parte de la preparación y permitió a Luis Enrique y a su entrenador tener una clara referencia de las condiciones en las que llegaría al Ironman de Fránkfurt. Y así no suele llegarse a ninguna parte. Pero Joan Gaspart había llevado al club a una difícil situación económica, en parte porque no supo gestionar el legado de Núñez, incrementado con los 11.000 millones de pesetas que le proporcionó la fuga de Luís Figo al Real Madrid, y en parte porque se empeñó en cerrar las contrataciones de Gerard, Petit y Overmars a precios sin justificación.
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