A partir de ese conocimiento tan y tan básico, los aspirantes a entrenadores reciben información sobre los fundamentos del juego (un conjunto de axiomas a partir de los que comprender, por ejemplo, que todos deben atacar y todos deben defender, que el terreno de juego debe ocuparse de un modo racional o que los cambios de orientación o diagonales sirven para generar espacios), sobre la forma de combatir y contrarrestar cada uno de los principios, sobre las fases (inicio, creación y finalización cuando tienen el balón, y presión, repliegue y finalización cuando no lo tienen) y los momentos del juego (posesión, transición defensiva, pérdida y transición ofensiva), sobre las acciones combinadas y sobre los distintos sistemas que existen, con especificación de las ventajas e inconvenientes que tiene cada uno de ellos. Tener dos porteros con un buen golpeo de balón, disponer de defensas y centrocampistas con calidad para el pase largo y tener delanteros muy rápidos y con una gran calidad técnica, le permitía dotar al equipo de unos recursos que hasta entonces se habían utilizado muy pocas veces. Sporting de Gijón, su paso por el Real Madrid y cómo llegó a convertirse en uno de los jugadores de referencia en el Barça de la década de los 90. Triatleta aficionado y apasionado del deporte en general, Lucho aplica un especial método de autoexigencia hasta un límite que lo ha convertido en uno de los entrenadores más valorados del fútbol europeo.
Esta virtud y los valores que le han acompañado en su éxito profesional son las claves de El método Luis Enrique. Motivación, esfuerzo, trabajo y talento son los elementos que ha utilizado desde los inicios de su carrera como técnico profesional. Trabajó como técnico en el FC Barcelona entre 1996 y 2010 con Robson, Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach, Antić y Rijkaard, así como en la secretaría técnica del club. Aunque era un secreto a voces, la composición del núcleo central del equipo técnico se dio a conocer de manera oficial en la rueda de prensa de la presentación del entrenador, que tuvo lugar el día 21 de mayo. En aquellos tiempos tan lejanos existían muy pocos periódicos -La Vanguardia, Las Noticias y El Mundo Deportivo- y el fútbol aún estaba muy lejos de convertirse en el deporte de masas que es hoy en día. Los botones de muestra más recordados fueron el choque con Òscar, al que echó de un entrenamiento al grito de «tú no tienes ritmo» y la discusión con el periodista Edwin Winkels, a quien dijo, en sus propias narices y en presencia de una cincuentena de informadores, aquello de «siempre negativo, nunca positivo». Además de planificar las sesiones de trabajo, debía observar un entrenamiento invisible muy estricto.
Imagino que cuando uno se sienta en esa silla que antes acogió las posaderas de Michels, Cruyff o Guardiola solo puedes desafiar a la silla o la silla te acaba desmontando al segundo día. Eso sí, Luis Enrique tenía la certeza de que coincidiría con tipos como Gica Popescu o Luís Figo, pero sobre todo con su íntimo amigo Abelardo Fernández y con otros dos futbolistas, Pep Guardiola y «El Chapi» Ferrer, con los que también había conquistado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1992. La llegada de Bobby Robson y las incorporaciones de grandes futbolistas como Vítor Baía, Fernando Couto, Laurent Blanc, Giovanni Silva o Ronaldo Luís Nazário de Lima, permitieron a Luis Enrique formar parte de un equipo construido para ganar todo lo que se le pusiera por delante. Si el banquillo promete ser una tortura hay que enfrentarlo como si fuese una maratón por la arena: bayoneta calada, agua al gaznate, gorra hasta las orejas y pasito a paso.
Nadie hasta ese momento había jugado un fútbol de tanto nivel, ni nadie hasta entonces había ganado las seis competiciones posibles en un año. Es un grande». Antes de que finalizara la temporada, Luis Enrique ya había tomado la decisión de dejar la Roma, a pesar de que tenía firmado un año más de contrato. Durante ese año en blanco forzoso, Juan Carlos se convirtió en compañero de aventuras de Luis Enrique, chaqueta tottenham con el que formó equipo para participar en la Cape Epic de Sudáfrica. Pero a un amigo no se le deja colgado, así que vamos allá. El contacto entre Luis Enrique y José Ramón se produjo a través de Javier Mayo, quien, además de ser alumno de Callén, tenía contratado a su profesor como entrenador y era amigo común de ambos. En el momento de escribir este maldito prólogo, que es un momento entre hoy y nunca, sin fecha ni matiz, Luis Enrique luce una mirada irónica y desafiante. A Tito Vilanova, que vivió con humildad, entrenó con tanta pasión como sentido común y murió con grandeza. «Esto pasa en todas partes, pero como ha sucedido en el Barça, se magnifica», dijo antes de afirmar que todo se había resuelto como tienen que resolverse este tipo de cosas: «Luis Enrique, Leo y nosotros hablamos y todo quedó solucionado».