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El segundo tendría un paso efímero, tal vez porque su contratación estuvo vinculada al hecho de que el Xerez Deportivo, equipo al que veía todos los domingos, iba a enfrentarse a los rivales del Barcelona B en las jornadas precedentes. Entre unas cosas y otras, ese Barcelona que representaba mejor que nunca la vieja idea del «fútbol total», acabó con el ciclo ganador del Real Madrid y se convirtió durante los cuatro años siguientes en un auténtico espectáculo. El día 4 de abril, el Barcelona se impuso (2-0) al Real Madrid en la final de la Copa del Rey. Ante la noticia, el capitán celeste hizo un elogio de su entrenador: «Los resultados siempre crean desconfianza en la gente que no está dentro, la que no conoce el trabajo diario; pero al final en el mundo del fútbol todos hablamos y sabemos quién va a llegar lejos y quién no». Pero si se escuchaban las declaraciones de Cruyff, todo adquiría un extraordinario sentido: «Mis delanteros solo tienen que correr quince metros, a no ser que sean estúpidos, estén mal colocados o estén durmiendo», «todo el mundo sabe jugar al fútbol si le dejas cinco metros de espacio», «los entrenadores hablan de movimiento, de correr mucho.

Tanto que sin las enseñanzas recibidas, sin las vivencias de vestuario, entrenamiento, partido y salas de prensa, sin la forma de ser propia y sin la identificación con los métodos de algunos de sus entrenadores, hoy sería imposible entender o simplemente interpretar muchas de las decisiones que Luis Enrique ha adoptado como entrenador. Yo digo que no es necesario correr tanto. Mas aún, parecía imposible que una plantilla que se entrenaba a base de rondos tuviera tanto recorrido. Todo eso quería decir que trabajaría sobre la base del 1-4-3-3, a partir de los conceptos generales ya conocidos por el gran público. La sorpresa se produjo cuando el presidente hizo todo lo contrario de lo que esperaba la gente y se convirtió en el único valedor del entrenador holandés. Así que los aficionados, poco preparados para aceptar que los grandes proyectos necesitan mucho tiempo para consolidarse, empezaron a pedir la dimisión del entrenador y del presidente. Las negociaciones para la firma del contrato desembocaron en un rápido acuerdo, aunque la verdad es que a los dirigentes romanos les sorprendió mucho que los acompañantes del entrenador fueran tan sumamente jóvenes y, por supuesto, inexpertos. Dos años más tarde, con el respaldo de dos amigos, uno de ellos el segundo entrenador del Barcelona B, Joan Barbarà, Moreno vio cumplido su sueño de trabajar para el club.

El Barcelona volvió a competir con el Real Madrid, pero no pudo impedir que lograra su cuarta Liga consecutiva, otra vez con Hugo Sánchez como máximo goleador del campeonato, y que también conquistara la Copa del Rey. Estaba clasificado para los octavos de final de la Champions League y, aunque había sufrido algún tropiezo inesperado, el equipo era segundo en la Liga, a un solo punto del Real Madrid, aunque el líder tenía pendiente disputar su partido contra el Sevilla, aplazado por la participación de los madridistas en el Mundialito de Clubs. Los escándalos que se habían sucedido desde la primavera de 1982 (Migueli fue apartado del equipo por el capricho de un vicepresidente; Maradona llegó para comerse el mundo y acabó enloqueciendo por la nariz; Venables dilapidó su fortuna y la del club en la trágica final de Sevilla; Schuster y la directiva se enzarzaron en una batalla judicial sin precedentes, y la plantilla en pleno se amotinó contra el presidente por un problema fiscal) provocaron la aparición de diversas asociaciones de carácter opositor. Lucien Muller, Joaquim Rifé, Helenio Herrera, Ladislao Kubala, Udo Lattek, César Luis Menotti, Terry Venables y Luis Aragonés mantuvieron el dibujo táctico, pero apenas aportaron cosas significativas para la mejora del modelo.

De hecho, el modelo apenas evolucionó durante una década. Jugadores que representaban las esencias del modelo y que confirmaban las teorías, muchas veces calificadas de peregrinas, que el entrenador holandés exponía en las ruedas de prensa y por supuestísimo en las charlas técnicas con sus futbolistas. Luis Enrique Martínez (Gijón, 1970) es el entrenador número 55 de la historia del Fútbol Club Barcelona, cuando este cumple sus 116 años de existencia. Núñez se planteara ganarles por la mano ni que el entrenador holandés, al que sentían muy próximo, pudiera aceptar una oferta del hombre al que estaban combatiendo con tanta contundencia. La Quinta del Buitre había encadenado tres Ligas consecutivas y la promesa de acabar con la hegemonía blanca, a golpe de ciclos ganadores, había que cumplirla sí o sí. Éxitos todos ellos que fueron el reflejo de la adquisición de futbolistas técnicamente muy buenos, físicamente muy rápidos y mentalmente muy imaginativos. De hecho, abandonaron el club un total de dieciocho futbolistas y llegaron diecisés nuevos. Laureano abandonó voluntariamente el puesto de coordinador del fútbol formativo azulgrana en 1978, cuando Josep Lluís Núñez fue proclamado presidente del club. Josep Lluís Núñez estaba contra las cuerdas.